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Quiénes somos

 En Puerto Rico, una mujer jefa de familia que no trabaja y que tiene un núcleo familiar de tres personas, sobrevive con $11 al día.  Esta cantidad, resulta mucho menor si consideramos que algunas de estas mujeres, tienen como único ingreso el PAN, en cuyo caso, es posible que sobrevivan con $5 al día por cada integrante de su núcleo familiar.

 

  Resulta interesante notar, además, que el número de familias lideradas por mujeres ha aumentado drásticamente y que según la demógrafa Judith Rodríguez, este aumento continuará en los próximos años.  Esto nos lleva a mirar dos puntos adicionales que nos atañen como sociedad:

 

  • El aumento en los índices de violencia doméstica y violencia social.

  • Las consecuencias de mantener un sector social, importante en términos estadísticos, viviendo en pobreza y por lo tanto excluido de los bienes y servicios que necesita para su pleno desarrollo humano y el de sus familias.

¿Es Puerto Rico el único país que está obligado a mirar esta realidad?  Definitivamente no.  A nivel internacional, organismos tan importantes como las Naciones Unidas, han expresado que el desarrollo económico de las mujeres, debe formar parte de cualquier esfuerzo dirigido a erradicar la pobreza. 

La pobreza ya no se define meramente como la falta de dinero, sino como un nivel reducido de la capacidad para autogestionarse la satisfacción de sus propias necesidades.  Es también la  “insuficiente disposición de recursos económicos, de la que unos ingresos personales inadecuados son sólo una causa posible”. 

 

   De esta manera, la pobreza puede tener entre sus causas la insuficiencia de bienes, de servicios públicos y de acceso a los recursos poseídos y administrados por la comunidad, entre otras. Si la falta de disposición por una persona de cualquiera de esos recursos contribuye a acelerar los fracasos de su capacidad básica, esa persona se consideraría pobre.

 

  Dicho esto, y tomando en cuenta el poco acceso que tienen nuestras mujeres a los bienes, recursos y servicios que necesitan para desarrollar sus capacidades, es necesario concluir que la pobreza, como un derivado de las condiciones que viven en virtud de su sexo, es un mal que nos corresponde erradicar como sociedad y como país.

 

   Para lograr la equidad de género y lograr, a su vez, un balance adecuado entre las necesidades de todos los sectores de nuestra sociedad, hay que dar una mirada desde sus necesidades a nuestras estrategias de desarrollo económico.

 

   Por eso, existe Matria…

 

 

   La pobreza ya no se define meramente como la falta de dinero, sino como un nivel reducido de la capacidad para autogestionarse la satisfacción de sus propias necesidades.  Es también la  “insuficiente disposición de recursos económicos, de la que unos ingresos personales inadecuados son sólo una causa posible”. 

 

   De esta manera, la pobreza puede tener entre sus causas la insuficiencia de bienes, de servicios públicos y de acceso a los recursos poseídos y administrados por la comunidad, entre otras. Si la falta de disposición por una persona de cualquiera de esos recursos contribuye a acelerar los fracasos de su capacidad básica, esa persona se consideraría pobre.

 

  Dicho esto, y tomando en cuenta el poco acceso que tienen nuestras mujeres a los bienes, recursos y servicios que necesitan para desarrollar sus capacidades, es necesario concluir que la pobreza, como un derivado de las condiciones que viven en virtud de su sexo, es un mal que nos corresponde erradicar como sociedad y como país.

 

   Para lograr la equidad de género y lograr, a su vez, un balance adecuado entre las necesidades de todos los sectores de nuestra sociedad, hay que dar una mirada desde sus necesidades a nuestras estrategias de desarrollo económico.

 

   Por eso, existe Matria…

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